Aquel Rey vivió, leyó y tuvo un solo hijo. El hijo del Rey, una vez que aquel muriera, decidió quemar todos los libros que su padre había guardado.
Mientras los iba lanzando a la gran pira que había hecho en medio del patio del castillo, el príncipe agarró uno y empezó a leer. Cuál fue su sorpresa cuando se da cuenta de que está leyendo su historia, que le dice que el príncipe es alto y él lo es, que le habla de las almenas de su mismo castillo e incluso de la pose de asombro que ahora tiene; qué confuso cuando lee su tropiezo, su atraganto en el calzado que le lleva renqueante hasta el pie del fuego, qué alarma cuando lee que el libro se quema y el libro se está quemando; aún más, qué pasmo cuando lee que el príncipe salta al fuego y se da cuenta de que él, el príncipe que quema los libros está en el aire y cada vez hace más calor.
1 comentario:
Aquí huele a chamusquina dijo justo antes de desmayarse.
Saludos.
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