El Libro se libra libre

Hubo una vez un Rey que no quemaba los libros. Siendo aún joven decidió que, al contrario de lo que hacía el resto de los monarcas del mundo, él nunca quemaría los libros: -"Quiero tener todos los libros que encontréis, quiero leer todos los libros que pueda en mi vida y, aquellos a los que mi existencia no me permita llegar, deberán sobrevivirme y ser parte del legado de mi reino"- dijo una mañana después de desayunar tostadas con café a toda su corte.

Aquel Rey vivió, leyó y tuvo un solo hijo. El hijo del Rey, una vez que aquel muriera, decidió quemar todos los libros que su padre había guardado.

Mientras los iba lanzando a la gran pira que había hecho en medio del patio del castillo, el príncipe agarró uno y empezó a leer. Cuál fue su sorpresa cuando se da cuenta de que está leyendo su historia, que le dice que el príncipe es alto y él lo es, que le habla de las almenas de su mismo castillo e incluso de la pose de asombro que ahora tiene; qué confuso cuando lee su tropiezo, su atraganto en el calzado que le lleva renqueante hasta el pie del fuego, qué alarma cuando lee que el libro se quema y el libro se está quemando; aún más, qué pasmo cuando lee que el príncipe salta al fuego y se da cuenta de que él, el príncipe que quema los libros está en el aire y cada vez hace más calor.

1 comentario:

Amaia dijo...

Aquí huele a chamusquina dijo justo antes de desmayarse.
Saludos.