Filosofía y Reflexión

Domingo 22 de enero de 2006. Kilómetro 280 de la carretera de Córdoba (A-4). Estación de Servicio con cafetería: tanto el auto como nosotros necesitamos tomar ya un algo, así que paramos a por un cafelillo y a llenar el depósito. No hay ni Cristo, pero siendo como somos cumplidores estrictos de la ley, nos agolpamos agradablemente en el área de fumadores (unos escasos cinco metros cuadrados de lo mas hogareños).

A los cinco minutos voy al baño a hacer aguas menores y me sobrevienen el asombro y la sorpresa. Ojito fundamental: el servicio de la mencionada EESS es ínfimo y, aunque pueda parecer mentira por lo que a continuación les muestro, dentro no hay más que dos puertas de madera. Como ya supondrán, la que corresponde a la salida del baño es evidentemente por la misma por la que se entra; es aquella por la que uno acaba de traspasar el umbral, es exactamente la misma maldita puerta de acceso a la cafetería. NO HAY POSIBILIDAD DE ERROR.

Pero después de lavarme las manos me encuentro con la siguiente joya plantada en la otra puerta:


Y cito: "Por favor, párese, reflexione y salga por la indicada". No pude evitar sacar el móvil y sacar una foto, claro.

El ser humano es inexcrutable.

Solicito...

En serio, siento de veras resultar tan agotador, pero les agradecería infinito volvieran a darse una vuelta por el fotoblog, que lo he estado tuneando a ver.


Y aquí les dejo el autoretrato de la srta. Ixus.

CINCO HÁBITOS EXTRAÑOS

La Reina de las Nieves me traslada la participación en un juego: CINCO EXTRAÑOS HÁBITOS TUYOS.

En primer lugar quisiera puntualizar que oye, rarito puede ser uno, pero hábitos extraños, a saber. En segundo lugar, nunca había pensado antes en éstas cosas, por lo que no sabría darles un enunciado correcto. A ver qué sale.

1- ELUCUBRAR SOBRE LA ESENCIA DE LOS SERES HUMANOS ANÓNIMOS: Cuando voy en metro, en autobús, o estoy en un centro comercial, incluso estando en un tugurio de mala muerte, me da por ponerme a pensar en la gente: me suelo fijar en quienes tengo cerca e imagino cómo serán sus vidas, en qué estarán pensando; en cómo serán sus familias y cómo se relacionarán con éstas, si la persona es una déspota, si una ingenua, si una vergonzosa, si una quejica o una valiente; en cómo afrontarán sus problemas, en cómo están tratando de seducir a la que tienen al lado o en cómo ésta sabía diez minutos antes que aquél que le tiraría los trastos; en las madres con dos niños que se preguntan con cierta melancolía amarga si su persona ya no será nada sin la existencia de esas dos personitas, en los padres que pasean a los niños y juegan en los columpios, en los inmigrantes con los ojos llenos de cansancio y de vida atragantada, en los niños que todo lo miran con un prisma que envidio con toda mi alma y que constantemente quiero recuperar.

2- BASTONCILLOS DE ALGODÓN: Esto sí me da un poco de vergüenza, para qué engañarnos. Pero bueno, como hay que ser sinceros, seámoslo. Un gran porcentaje de los que leen mi blog me conoce muy bien, y aquellos que me conocen muy bien saben que para el nene un bastoncillo de algodón es un inmenso placer: me quedo horas dale que te pego hurgándome los oídos...mmm... Hasta la baba se me cae, oiga. Y quizá esto no sea tan raro (el gustito que da, y no me miréis mal, oye), lo que sí he de reconocer que es raro es que siempre llevo uno encima.

3- SOY UN TIPO DESPISTADO: Y juro por Dios que yo no era tan consciente de ello. De hecho me tenía por lo contrario. Lo cierto es que ha sido a golpe de obviedad que he acabado por reconocerlo: Debe de ser que nunca estoy pendiente de lo aparentemente importante sino de las pequeñas cosas, que son las que sí me llaman la atención. No tengo ninguna orientación, por ejemplo, pero ni siquiera por zonas por las que he pasado mil veces en mi vida. No es que se me olviden las cosas, es que me pierdo dentro de la almendra que sujetan mis hombros y se me va un poco la cabeza. Y, qué puedo decir, muchísimas veces es incómodo que te pase eso. Soy capaz de contarle a alguien mil historias hasta que después de un par de días me acuerdo de lo fundamental.

4- FOTOS: Todos los días hago unas cuatro o cinco fotos. No sé si es una rareza, lo que si que sé es que no todo el mundo va danzando siempre con su cámara en el bolsillo. Me obsesionan los instantes, y los detalles únicos en los que no me había fijado hasta ese momento. Me gusta buscar lo único en lo cotidiano y siempre trataré de encontrar el retrato perfecto o la imperfección que hace tan lindas a las cosas aparentemente exactas.

5- COLECCIONO TODO TIPO DE INUTILIDADES: Ya sean los tornillos de unas gafas antiguas o de un aparato recién desmontado, o de una balda; hembrillas, escarpias, puntas, clavos... de todo. Pero también cualquier cosa con un toque pseudo sentimental, desde un trozo de plástico hasta una espantosa figurita de un roscón engullido hace tres años. Ni que decir de piedras recogidas en playas, maderitas, arena o algún que otro ladrillo (tengo un par del primer palé que la constructora llevó a la que actualmente es mi casa), etcétera.


En fin, paso el testigo a:

Mr. Monroe
Miss Kuvelick
May Warner
Edryas
Aldara (cuando vuelva del casorio)

Ahí queda eso.

(ACTUALIZACIÓN)

He ido a invitar a los compadres y me he dado cuenta de que El Maestro ya había convocado a dos de ellos. Por lo tanto, procedo a incluir a otros dos:

Mr. Diego
Blanchepatra

(ACTUALIZACIÓN 2)

Y otra vez!!! Después de comprobar que estaba libre, acabo de convocar al Payo Renyer para conseguir los cinco "limpios"

queda inaugurado el fotoblog

Después de un saco de pruebas, lanzo al mundo mi fotoblog.

Espero que les guste.

De hecho, confío en que me digan qué les parece.

Lamentablemente Blogger no me permite muchas licencias (anduve preguntando al Maestro por vía telefónica hace un par de días mientras algún ente le masacraba al ordenador), así que espero todas sus críticas ansiosamente.

Menos da un pedrusco, oiga.

agarra la jarra

El otro día, esperando a la salida del médico a que arrivase mi señora madre -después de haber recibido un chorreo francamente considerable de la profesional al mando, por cierto, por no haberme pasado por allende saluten desde que perdí el primer diente de leche (ojito que estoy hecho un bestia, de salud, digo)- me topé con una señorona de lo más curiosa que, estando expandida en un banco callejil -cuán generosa es la madre naturaleza a veces, caramba-, andaba cagándose a voz en grito en todo ser humano que por delante pasaba -"Hijoputas, que sois unos hijoputas"-, -"Niño de mierda"-, -"Dos hostias te daba yo con la mano abierta", y demás linduras del mismo pelo-. No negaré que, con cautela, el tema me hacía bastante gracia.

El hecho es que Mademoiselle lucía un emperifollamiento comparable al de un hipotético repollo multicolor rematadito con todo tipo de pieles zorriles, una obra de restauración que recordaba a Sarita Montiel proyectada a gotelé en las paredes del Prado o a las mismísimas uñas de Marilyn Manson -qué gratísimos temas las de éste oso panda sin pelo-. Así estaba la Bovarí, entre injuria e injuria -de hecho también inter injuriam-, fumando con una ansiedad bastante alarmante -haría alguna comparación, pero son las 11.45 a.m. y solo me he fumado dos pitillos en todo el día, cagoentodaslasleyesahroamismo-, cuando algo -algo más, si cabe- me llamó poderosamente la atención:

Obviando -en la medida de lo posible, a ver- la estrafalaria apariencia de la señora de marras, observé que llevaba las gafas completamente torcidas -si los dibujos del Gernica picassiano llevaran gafas sería de la misma forma, seguro-. No es que las llevase descolocadas, es que las llevaba como rizadas sobre la nariz, como si en realidad pudiese ver por la frente y la barbilla, vaya.

Todo ser ha vivido situaciones en las que le ha sido imposible apartar la mirada de algo o de alguien. Imaginen que se quedan con la vista fija en las gafas -ojito a las lentes rosas del tamaño de dos sartenes unidas por el mango- del bicho recién descrito como si nunca en su puta vida hubiesen visto unos espejuelos. Sí, es obvio, el bicho se da cuenta y, como cogiendo carrerilla, se arranca una calada de mil bronquios a tomar por culo y me chilla:

-¡¡QUÉ!!

Yo, que me acabo de imaginar la sarta de denuestos que me esperan pero que me siento especialmente locuaz y graciosillo -pesadito el nene- le respondo lo único que se me viene a la cabeza:

- Tiene usted las gafas manchadas.

El animal lanza el cigarro al suelo, coge aire, se coloca las gafas -ah... qué placer... por fin...- y me dice:

- Que sepas que desde 1999 estas gafas no son limpiadas.

Lástima que mi madre apareció justo en ese momento y no tuve tiempo -y tampoco huevos, yo creo- de preguntarle por qué demonios no se limpiaban esas gafas desde 1999.

endeves

Me parto la caja torácica. Yo pensé que en Navidad solo había unos Reyes que eran de mentira. Pues ahora resulta que no. Ver para montar...

ayns

¿Quién es ese finstro pecador, que lleva túnicar, sandaliar, y esa cabeza grande y rapadar como un cajco con velcro alrededor?




Nota: Perdón....

sístole y diástole

Como todo el mundo sabe, en España ya no se fuma (tampoco) en las oficinas.

Como también sabe todo ser humano situado a menos de diez metros del nene, no estoy fumando en la oficina. Porque no me sale de los huevos (y por la multa y porque no se puede, qué coño, joder, qué pesadito me tengo ya con tanta historia). Y sí, estoy a punto de comerme un cigarro. Y lo que aún puede ser peor, que creo que me gustaría masticarlo, saborearlo y tragarlo. Degustarlo, en definitiva. Incluyendo papel y boquilla, como un campeón.

Maldita y rascante insistencia la de algunos. Sé que es lógico y que lo único que hay es buena intención (en la mayoría de las ocasiones, que hay algún maricón al que le gusta sentir el sufrimiento ajeno), pero argh y reargh: que qué tal lo llevo, que es más fácil de lo que parece, que mejor para mi que así fumo menos, que lo que voy a ahorrar, que lo que tal y que lo que pascual. Dejadme, por favor, el nene prefiere disfrutar solo de su humillante y dependiente agonía. Ole, me exhorto y azuzo. Muy bien, chavalote, con dos cojones y un palito (palón inmenso, me digo a veces para mas loas propias). Plas, plas, plas, me auto palmeo la espalda. Lo que vales, machote. Que le den por el saco a las necias de Loreal, vaya. Pero es lógico que los compañeros animen, me digo en los lapsos de sosiego (que haberlos haylos, per certum).

La pobre Nuria, que es un solete y por lo menos parece la madre de los 75 que curramos en la planta me ha escuchado blasfemar e invocar a lucifer, cagarme en él y en su compadre celeste. Se me ha acercado con su sonrisa de aypordiosminiñonosufras y preguntando: -"¿Qué tal estás, mi chiquillo?", "Hasta la punta del pijo, Nuri, hasta la punta de mi gran pijo"-. He pedido mil millones de disculpas, claro.

En fin, como diría Kung-Fu, soy un junco hueco. Y mi pobre Mer, aguantando al nene cual encantador está. Ays...