agarra la jarra

El otro día, esperando a la salida del médico a que arrivase mi señora madre -después de haber recibido un chorreo francamente considerable de la profesional al mando, por cierto, por no haberme pasado por allende saluten desde que perdí el primer diente de leche (ojito que estoy hecho un bestia, de salud, digo)- me topé con una señorona de lo más curiosa que, estando expandida en un banco callejil -cuán generosa es la madre naturaleza a veces, caramba-, andaba cagándose a voz en grito en todo ser humano que por delante pasaba -"Hijoputas, que sois unos hijoputas"-, -"Niño de mierda"-, -"Dos hostias te daba yo con la mano abierta", y demás linduras del mismo pelo-. No negaré que, con cautela, el tema me hacía bastante gracia.

El hecho es que Mademoiselle lucía un emperifollamiento comparable al de un hipotético repollo multicolor rematadito con todo tipo de pieles zorriles, una obra de restauración que recordaba a Sarita Montiel proyectada a gotelé en las paredes del Prado o a las mismísimas uñas de Marilyn Manson -qué gratísimos temas las de éste oso panda sin pelo-. Así estaba la Bovarí, entre injuria e injuria -de hecho también inter injuriam-, fumando con una ansiedad bastante alarmante -haría alguna comparación, pero son las 11.45 a.m. y solo me he fumado dos pitillos en todo el día, cagoentodaslasleyesahroamismo-, cuando algo -algo más, si cabe- me llamó poderosamente la atención:

Obviando -en la medida de lo posible, a ver- la estrafalaria apariencia de la señora de marras, observé que llevaba las gafas completamente torcidas -si los dibujos del Gernica picassiano llevaran gafas sería de la misma forma, seguro-. No es que las llevase descolocadas, es que las llevaba como rizadas sobre la nariz, como si en realidad pudiese ver por la frente y la barbilla, vaya.

Todo ser ha vivido situaciones en las que le ha sido imposible apartar la mirada de algo o de alguien. Imaginen que se quedan con la vista fija en las gafas -ojito a las lentes rosas del tamaño de dos sartenes unidas por el mango- del bicho recién descrito como si nunca en su puta vida hubiesen visto unos espejuelos. Sí, es obvio, el bicho se da cuenta y, como cogiendo carrerilla, se arranca una calada de mil bronquios a tomar por culo y me chilla:

-¡¡QUÉ!!

Yo, que me acabo de imaginar la sarta de denuestos que me esperan pero que me siento especialmente locuaz y graciosillo -pesadito el nene- le respondo lo único que se me viene a la cabeza:

- Tiene usted las gafas manchadas.

El animal lanza el cigarro al suelo, coge aire, se coloca las gafas -ah... qué placer... por fin...- y me dice:

- Que sepas que desde 1999 estas gafas no son limpiadas.

Lástima que mi madre apareció justo en ese momento y no tuve tiempo -y tampoco huevos, yo creo- de preguntarle por qué demonios no se limpiaban esas gafas desde 1999.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta la gente que está ahí para que los demás tengamos algo que contar. :D

Gloria dijo...

Tú no llevas gafas, ¿no? ¿O sí? Es que me identifico con eso de unas gafas con mierda eónica.

Para, creo que voy a vomitar dijo...

Me gusta como cuentas la realidad, así como recubriéndola con una sabana de surrealismo. Soy fan de ese tipo de mujeres,las llamo "ñoras", seguramente yo la habría mirado con fascinación e idolatración, y al soltarme el "QUE" me habría cagado la pata abajo!, pero habría seguido siendo su fan número uno!
Un saludo.

juank sinclair fantoba dijo...

*may: hay veces en las que daría un pie por tener una cámara en la mano (y mira que casi siempre llevo la de fotos encima); el ser humano es genial, en términos generales. O por lo menos me resulta curiosísimo.

*edry: sip. Ahora que no me las pongo nunca. No sé por qué, la verdad. Y ciertamente, si Horatio las pillase encontraría huellas de cuando yo tenía dos años.

*para...vomitar: Tus "Ñoras" me recuerdan a las "Ñues", que es como llama una muy buena amiga a las niñas de 16 con la falda por encima del fémur, escotes más que generosos, tetas respingonas y etcétera. Dice (con muy buen criterio, lamentablemente), que aquí los talluditos nos las quedamos mirando como los caimanes a los ñues en aquellos reportajes de La 2 cuando van a cruzar no sé qué río africano...