jorge matojo

Un tipo escurridizo, este Bush

Y si se atora, no duden en pinchar y arrastrar. Y disfruten, por Dios, disfruten.

Especies



El sábado pasado (19 de noviembre) tuve que venir a currar. Juro por lo más sagrado que hubiera dado un pie por no aparecer por aquí, pero ocurre que el viernes por la tarde me puse chulo con un inglesito mamón y en pleno apogeo le dije que si había huevos arreglábamos el asunto a la mañana siguiente. Y los hubo. En fin. Me vine sobre las 9.30 y, después de unas horitas gozando entre llamadas y mails, alrededor de las 13.00, aparecieron por la planta dos féminas que trabajan en la misma empresa que yo.


Acotación: ambas pertenecen al clásico enjambre de las que antes muertas que sencillas, con suficiente engrudo en la boca como para intentar parecer de familia de los Iglesias con minimísimas posibilidades de éxito, enjoyadísimas y aún más empotadísimas, de treinta y tantos, joviales, constantes expresiones verborréicas del pelo de vengaandatíaquenomelopuedocreer, barritas energéticas para comer y cordero para cenar, temas de conversación extremadamente limitados –estás monísima hoy, estás ideal, has visto con quién está tal, ayer estuve en no sé dónde, pero cómo puedes decir que es mono si es del invierno pasado-. Ah, y disculpen la frivolidad: ambas, como dignas ejercientes de su clan, llevan el no menos típico gesto en la cara de busco un hombre con dinero al que pueda mostrar al resto de mis hambrientas competidoras, que yo me lo trago todo.

Aún no salgo de mi asombro: vinieron simple y llanamente para conectarse a Internet y comprar unas entradas de cine “porque en casa no saben”. A mi pregunta de por qué no las compran directamente en susodicho establecimiento me responden que, ays, es que odian las colas de los cines.

pasión de perdices

Disculpen mi semana anterior. Un asco. En fin, trataré de irme poniendo al día, que me intimidan ustedes con lo prolíficos que están.

El miércoles por la mañana, a las 8.05 a.m. se subía al mismo autobús en el que yo, con harto dolor de mi corazón, me arrancaba las legañas una pareja de jóvenes de no más de trece años. Percátense de la edad. El caso es que una vez lograron ubicarse entre los cien pasajeros que muy amablemente nos rozábamos dentro del aparato (esto es, a unos dos centímetros de mí), comenzaron a comerse la hociquera con una fruición digna de los caimanes de Cleopatra. Hasta ahí todo más o menos normal (los vapores de la adolescencia, el Carpe Díem en cada beso que pudieran arrancarse, las voces cacareantes, las incipientes perillas rayando al sol...), pero la cosa empezó a ponerse un pelín tensa cuando, en pleno desenfreno, el chavalito (ni tan siquiera un poco barbilampiño: todo granos, el campeón) empezó a refrotarse contra el corpachón de la muchacha presionándola contra las barras de seguridad a modo de sandwichito caliente. La señora de mi lado no paraba de suspirar rotundos "por-fa-vor-un-poco-de-de-cen-cia" mientras un grupúsculo de pubescentes atendía maravillado (juraría que hasta tomaban notas) de cómo el chiquillo, con un virtuosismo del que yo carecía a su edad, desaparecía ambas manos por entre las carnes de la gozante mozalbeta. Veinte minutos de reloj dale que dale. Ahí queda eso. De 8.05 a 8.25. Hasta empañaron las ventanillas. Y, eso sí, estoy más que convencido de que el niño llegó a clase con un íntimo, ronroneante y malévolo dolor testicular.

y yo tan contento

Es fascinante. Yo aún diría más, es fascinante.

Cómo puede ser que tenga un follón de tres pares (seis, señores seis, que ando más liao que la sandalia de un romano con las piernas muy largas) y no se me ocurra otra cosa mejor que proyectar mi hilarante histerismo sobre un post. En fin, debería de estar al teléfono montándole un Dios a un par de impracticables seres humanos, pero no, aquí el nene prefiere calmar su alma (soy un junco hueco, soy un junco hueco... que decía Kung-Fu) vomitando estupideces. Puesto a ello, actualizo historias:

1- El Hogar. Acaba de llamarme Javier (el flanco 1 de aquel aquel mísero post) y me cuenta que ya ha terminado con el baño. Ésta tarde (noche, qué coño, que me quedan aquí horas, y más si sigo haciendo el idiota con el blog) trataré de pasarme por allí para comprobar que: uno, ha instalado una bañera; y dos: que no la ha colgado del techo. Mañana por la mañana debería ir con él a ver dónde vamos a colocar las luces del salón. O confiar en que mi señora madre le dará las instrucciones correctamente y en que él será capaz de interpretarlas... dibujaré un pequeño y simple plano para evitar más confusiones. Por otra parte, los hijos de muchas perras de IKEA (concretamente los instaladores que tienen subcontratados) no se han puesto en contacto con nosotros para informarnos de cuándo les va a salir del paquetín acercarse para arreglar el curiosísimo puzzle que dejaron en la cocina. Mañana se les llama y, con todo el candor del mundo, se les menta hasta a Rómulo y Remo.

2- La Boda. Sólo un apunte: Hace tres semanas le facilitamos al del restaurante del pueblo el teléfono de un cátering cojonudo para que pudiera arreglar una serie de historias. El tipo descubre que el teléfono está mal y HASTA HOY (que le he llamado yo) el champion no nos ha dicho nada. Qué ganas de estrangular tan grandes tengo, dita sea.

3- Escatological Geographic. Ayer por la noche, a sabiendas de que está un poco prohibido, saqué a Café por el porche de casa (llovía y ninguno de los dos queríamos mojarnos, la verdad). Estaba allí tan contentito yo, disfrutando de un piti nocturno cuando siento cómo un eflubio me llega pidiendo paso hasta el borde ortil (naturaleza viva, qué le vamos a hacer). El caso es que, previa comprobación de la no existencia de moros costeros, dejo escapar el sonoro gas con un regodeo cuasi pecador (...cuánta satisfacción en un acto tan primario e íntimo, ay). Cuál es mi sorpresa cuando, desde el porche de en frente, oigo el taconeo y veo a la consiguiente señorita de no más de 20 dirigiéndose a su casa con un descojone encima más que considerable. Y es que se da el caso de que el porche de casa de mis señores padres linda con el porche de los vecinos (que el nene por supuesto no había revisado antes de la rajadiña), y que la única separación entre uno y otro es una verja algo más resistente que la de una granja gallinera. Argh. Rojo como el culo de un mandril. A punto estuve de echarle la culpa a una perra que no pesa más de seis kilos, la pobre.

4- Aviones. En un rato voy a Barajas a buscar a Mer, que llega destrozadita después de dar cien mil vueltas por ésta España nuestra a cuenta del curro. Como no hay niebla (se ve menos que por el retrovisor de Farruquiting), veremos a ver la hora en la que toman tierra.

5- A lo mío. Me dejo de chorradas y sigo currando.

Mi cámara ha vuelto a la vida


... y para todos ustedes, un trocito de Madrid. Al fondo, un suspiro de la sierra nevada.

Joder qué alegría me dio el campeón que me llamó antes de ayer:
- Perdone, ¿es usted sinclair?
- El mismo que viste y calza.
- ¿Dejó una cámara para arreglar?
- Hace años, casi.
- ¿Perdón?
- Que sí, que sí, hace más de un mes.
- Pues nada, que la cámara, que ya está arreglada.
- Mil gracias por llamar, mañana me paso.

El Libro se libra libre

Hubo una vez un Rey que no quemaba los libros. Siendo aún joven decidió que, al contrario de lo que hacía el resto de los monarcas del mundo, él nunca quemaría los libros: -"Quiero tener todos los libros que encontréis, quiero leer todos los libros que pueda en mi vida y, aquellos a los que mi existencia no me permita llegar, deberán sobrevivirme y ser parte del legado de mi reino"- dijo una mañana después de desayunar tostadas con café a toda su corte.

Aquel Rey vivió, leyó y tuvo un solo hijo. El hijo del Rey, una vez que aquel muriera, decidió quemar todos los libros que su padre había guardado.

Mientras los iba lanzando a la gran pira que había hecho en medio del patio del castillo, el príncipe agarró uno y empezó a leer. Cuál fue su sorpresa cuando se da cuenta de que está leyendo su historia, que le dice que el príncipe es alto y él lo es, que le habla de las almenas de su mismo castillo e incluso de la pose de asombro que ahora tiene; qué confuso cuando lee su tropiezo, su atraganto en el calzado que le lleva renqueante hasta el pie del fuego, qué alarma cuando lee que el libro se quema y el libro se está quemando; aún más, qué pasmo cuando lee que el príncipe salta al fuego y se da cuenta de que él, el príncipe que quema los libros está en el aire y cada vez hace más calor.

El curioso incidente del perro a medianoche


Nastardes, que dicen en mi pueblo.

Lean este libro, háganme el favor.

No quiero caer en la tentación de andar resumiendo el texto, pero baste decir que hacía mucho que no leía algo tan original, tierno, simpático y desgarrador al mismo tiempo. Me lo zampé prácticamente de una sentada y, de corazón, merece la pena.

Me siento empaquetadito dentro de un tópico (acabo de comprobar que no soy único recomendándolo) pero qué le vamos a hacer: el libro lo merece.

Si alguien está interesado en leer una reseña, que le eche un vistazo, por ejemplo, a esta.

Ya me dirán.

10 evidencias más

1- "Escalofresco" no es un palabro simpático, es francamente ridículo. Véase: "Ay, que es que me ha dado un escalofresco".
2- El tipo que inventó los tubitos de cristal en los que hay que miccionar esas entrañables mañanas en las que uno irá después a la revisión médica era un cachondo mental con las manos muy frías.
3- Bajar el volumen de la radio mientras das vueltas con el coche buscando una calle es una idiotez, pero todo el mundo lo hace.
4- Venir del futuro SOLAMENTE para enseñarle a una tipa cómo es la lejía en el año 2030 es dramático y triste.
5- El texto de las solapas de los libros no debería resumir el contenido de los mismos hasta la página 150. Es muy doloroso saber lo que va a ocurrir hasta esa página. Y no, no puedo evitar leerme los malditos textos.
6- Los tirantes no son sinónimo de buen gusto. En serio, aunque a tanta gente le parezca lo contrario.
7- Las impresoras NUNCA se desconfiguran solas.
8- Soy feliz pensando en que me voy a casar. Y no, no me afectan los clásicos tópicos, siéntolo (pero sabes dónde te metes... te casaste la cagaste... es una enemiga en casa...etcétera)
9- Lo reconozco. "Incomplete" del aberrante grupete Backstreet Boys me parece una buena canción. Y me gusta. Y sí, me siento mal por ello.
10- Las series españolas no son siempre graciosas, de verdad.

Buen fin de semana. Disfruten, comparen y si encuentran algo mejor, bébanselo.

Un lío

Por no contarles mi vida y milagros (más), resumo: El sábado pasado se inauguró en el Ayto de Logroño una exposición de pintura de mi sra. madre (sí, pinta, y francamente bien por cierto) a favor de la Asociación Española Contra el Cáncer. El nene fue quien diseñó y maquetó los catálogos que acompañaron a las invitaciones correspondientes. Después de innumerables diatribas (en serio, incontables reimpresiones, desajustes de tamaño, vuelta al diseño, entradas en juego de seres imprenteros con un gusto exquisitamente atroz y la mano muy larga para modificar lo inmodificable, compra y recompra de sobres nuevos a última hora, revuelta al maldito diseño e inversión de más de 200 euritos en sellos -impresionante: ahora llevan el careto de los lunnis-), conseguí que apareciera ESTO en el documento final.



Confieso que traté de convencer a mi madre para que dijese que se lo había encargado a una asociación de niños discapacitados. Un momento después le pedí que se olvidase: me pareció muy injusto para con los niños discapacitados.

De cómo divertirse en un día de vacaciones

Disculpen la ausencia... les hablo, de momento, de ayer, que fue un día de vacaciones para gestión propia MUY agradable:

9.30 - Taller. Recogiendo mi coche. Ay, auto, cuantísimo te he echado de menos. No sé por qué tienes la ventanilla del conductor con un manchurrón de pintura impresionante pero, igualmente, te amo.
Después de que Don Felipe (encargado y dueño del taller) limpie y resobe la ventanilla con todo tipo de ungüentos, nos vamos zumbando de allí en dirección al piso, ale, al lío.
10.00 - Derechas. Al entrar en la M-30 compruebo que el coche se desvía hacia la derecha. Ay, agonía. Llamadita al taller, desde donde me emplazan a volver por la tarde a repasar el paralelo. Ay, digo más. Que a las 19.00 se va el del paralelo. Maldigo al taller, al Jefe de taller, a Don Felipe y al listo de la escuadra y cartabón.
10.15 - Banco. Firmitas varias. Sacudidas de mano y regalo de cristalería bien curiosota para los nenes. Olé, olé y olé.
11.00 - Llegamos a casa. Obras. Doble flanco (corto y cambio):

  • Flanco 1: Mr. Javier, que está terminando una encimera en la mini terraza después de haber encastrado en la misma una pila para el fregoteo ropil en general y para cualquier otra cosa no recomendable de ser hecha en el fregadero de la cocina en particular; y
  • Flanco 2: los dos troncos de IKEA que han invadido la casa para montar la (bendita y hermosa) cocina.

11.10 - Catarsis y Caos.

  • Flanco 1: Habíamos decidido cambiar en el aseo el ínfimo plato de ducha más trozo-de-loza-puesta-al-revés por una discreta pero entrañable bañerita. Nos encontramos un plato de ducha cojonudamente grande. Javier, por Dios, que era una bañerita. Ah, es que... ¿no era que al final poníamos plato de ducha?. Nop. Era bañerita. Pues habrá que quitar el plato y cambiarlo por la bañera. Pues pimpán, pimpán.
  • Flanco 2: ¿Cómo vais vosotros? Pues todo bien, hombre, aquí vamos, a ver qué tal queda esto (no me gusta nada que el montador de mi cocina me diga "a ver qué tal queda esto", con toda franqueza). Pues ánimo, que salimos a hacer unos recadillos.

11.25 – No todo lo evidente es obvio. Cuando vamos a coger el coche en dirección al baratísimo Corte Inglés, Mer me apunta: Pues oye, ¿estamos seguros de que debajo de la encimera que Javier (con tanto afán e ilusión) nos está haciendo en la terraza cabrán una lavadora de sesenta (centímetros) y una secadora de sesenta (centímetros)? Coño. Joder, joder, joder. Porque, por más que haya arañado pared, nuestros cálculos imponían SIEMPRE una lavadora de carga vertical. Y si a una lavadora de carga vertical, se le coloca encima una (preciosa, por otra parte) encimera, NO SE VA A PODER ABRIR, lo que limita un poquito la limpieza de lo textil.
11.27 - La Caverna. Subimos corriendo a ver a Javier. Éste se rasca el mochuelo y empezamos a dilucidar posibles soluciones: ¿recortar la encimera?, ¿una encimera abatible? Le dejamos pensando en sus cosas y nos lanzamos a por los recadillos.
11.45 - Baratísimo Corte Inglés. Me compro un pantalón pijamero bien agradable y damos una vuelta buscando unos pantalones de vestir azul marino para Mer. Dado que no encontramos nada y que andamos con pelín de prisa, preguntamos. La tipa a la que le preguntamos nos mira como si estuviésemos locos: ¿no sabéis que éste año no se lleva nada el azul marino??? No, coño, qué vamos a saber, subnormal. En el baratísimo Corte Inglés no hay nada azul marino. Nos marchamos para casa cagándonos en las pasarelas y los caprichos de la moda.
14.00 - Dispersión.

  • Flanco 1: Javier se marcha. Volverá mañana a quitar el plato de ducha y a seguir pensando en cómo coño solucionamos lo de la encimera. En realidad, por rara que esté la cosa, es un tipo tremendamente profesional al que tenemos muchísimo cariño. En serio.
  • Flanco 2: IKEA's men. ¿Qué tal? Pues aquí vamos, muy liaos. Fíjate cómo será que no vamos ni a comer.
    Nos dan un poquillo de lástima y vamos a por dos bocatas para ellos y otros dos para nosotros.

14.45 - Requete Caos. De vuelta con las viandas, el portavoz de los dos montadores nos dice: Oyes, una cosa, que nos hemos dado cuenta de que la pequeña barra que queríais poner de que no cabe. ¿Cómo? De que no cabe. ¿Cómo dices? Que no cabe, vamos que no hay hueco. ¿Cómo es posible que no quepa?, ¿qué habéis hecho para que no quepa?, ¿a qué dios me debo vender para que ese cacho de encimera (tal y como ambos dos payos insisten en denominarlo) pueda ser colocado? em... que no cabe, que es que si no no váis a poder utilizar el fregadero. 15.10 - Llamada a mi señora madre (encargada del trámite con el instalador). ¡¡No cabe la barra!! Imposible. Cotejo el plano que ha hecho el instalador de IKEA (estos dos que nos asisten ahora son únicamente subcontratados) y todos juntos nos cagamos en los padres, los abuelos y la práctica totalidad de los ancestros que trajeron al mundo al ser humano instalador: parece evidente que se ha equivocado en los cálculos.Haciendo acopio de las últimas fuerzas que nos quedan, le pedimos a los dos payos que sigan montando, que ya reclamaremos después a los suecos o a quien coño haga falta.
16.30 - Papeín. Nos comemos los bocatas abajo, al solecito. Uff. Un poco de calma.
17.10 - Otra. Subimos a ver qué tal. El montador portavoz nos pregunta por los tiradores. ¿Qué tiradores? Los de los Muebles. Ya, ya me imagino que son los tiradores de los malditos muebles, ¿no los tienes tú, que te has traído la puta cocina completa? Nop, es el cliente quien debe de comprarlos, aparte. Estupendo. ¿no te lo dijeron en IKEA? No, coño, de lo contrario los tendrías aquí, para su uso y disfrute. Joder –me dice el tipo-, es que estos de San Sebastián de los Reyes siempre hacen lo mismo...
17.45 - Volar. Con cien cañones por banda y el volante torcido nos llegamos hasta IKEA, insultamos en general a todo el departamento de cocinas y volvemos zumbando hacia casa con 20 tiradores. Afortunadamente no tardamos mucho y nuestros colegas montadores nos han esperado.
18.20 - Otra de taller. Nos vamos corriendo al taller. Don Felipe se excusa, prueba el coche, me da la razón en el asuntillo del volante y vamos al sitio del paralelo. El tipo, después de esperar media hora, SIMPLEMENTE HINCHA LA RUEDA TRASERA DERECHA y me dice que ya está, que claro, que estando la rueda deshinchada es normal que el vehículo se lateralice (¿?). Don Felipe no sabe explicarme cómo es posible que una rueda nueva se haya deshinchado sola, yo tampoco.
19.00 - Ultimando. Conduciendo ya recto vamos hasta la oficina de la hermana de Mer, solucionamos dos cosillas más y, con tremenda satisfacción, damos por finalizado el día de vacaciones para gestiones propias yéndonos a comprar un digno y apetitoso cenorrio.

Nota: He hablado con Javier ésta mañana. Si todo va como debe (sólo la providencia lo sabe), el sábado tendremos la cocina terminada. El champion estaba quitando el plato de ducha... ésta tarde pasaremos por allí a ver qué ha pasado.