Mirando


Sitas y sitos, buenas tardes. Tengo el placer de presentarles a Don Horizonte. Espero sepan disculpar que hoy me haya centrado en el cielo. Otro día, un trocito de Madrid.

Bolo

Ésta mañana, cuando me disponía a sacar a mis dos perros, me he encontrado con que el pobre Bolo se ha quedado tiesín durante la noche. Tenía ya 14 años, estaba francamente ciego, bastante sordo y le quedaban sólo un par de dientes. Un campeón, el tío. Estando como estaba era evidente que podía pasarle en cualquier momento, pero eso no ha evitado la llantina que me he pegado en la parada del bus. Es asombroso lo que se puede llegar a querer a un can, y éste ha pasado la mitad de mi vida conmigo. Le echaré de menos. Mucho. Y mi hermana aún más, ciertamente.

Ahí sigue Café, mi adorable perrilla (que ronda los 9), que ésta mañana me miraba extrañada sin saber, sin entender. La pobre no sabe que yo tampoco sé, que tampoco entiendo.

La lucha.

Creí que lo había conseguido. Por un breve espacio de tiempo creí que había ganado: el sabor de la victoria, la satisfacción del poder... Estaba tan absolutamente convencido de ello que quizá por eso me siento ahora tan rendido:

Las señoras de la limpieza SIEMPRE me tiran la botella de agua. Es una lucha ardua, la que mantenemos, si bien casi siempre salgo perdiendo. Y el problema es aparentemente sencillo: Si una botella lleva adosadas muchísimas etiquetas en las que se lee claramente NO TIRAR, quiere decir que no hay que tirarla. Nop. Claramente su dueño no quiere deshacerse de ella (es SU botella de agua) y, llegado el improbable caso de que quiera tirarla, lo hará él mismo, no lo duden.

Lo he intentado poniendo "Por favor, no tirar", "NO TIREN LA BOTELLA", "Do not throw the bottle away" (nunca se sabe, oye, que la desesperación imprime unas ideas tremendas), "ES MI BOTELLA" e incluso llegué a pintar una calavera con sendos húmeros cruzados debajo.
El ínfimo lapso de sosiego acaeció cuando me traje una botella de cristal. No sé por qué, pero no se decidieron a tirarla. No sé. Debió ser que las impresioné un poco (fíjate el tío este, con botella de cristal), o algo. Pero el lunes (infausto lunes) decidí que ya podía volver a mi añorada e inmensa botella de litro y medio de siempre y tiré la de cristal (medio litro). Error garrafal: Llevamos dos de dos. Ésta tarde pongo un cepo. O me vengo a las 7.30 a pillarlas in fraganti. Mejor lo del cepo.

Les mantendré informados.

Anécdota 8 - Propulsión a chorro

Lo que a continuación se relata ocurrió hace unos dos años.

Viaje a Pamplona. Ir y volver en el día a ver a un cliente bastante agradable. Billete tempranero, portafolios, un par de informes francamente inútiles, el libro que por entonces estoy leyendo y poca cosita más. Duración estimada del vuelo: una hora y diez minutos. Avión de hélice, madalenas, prensa del día y café calentito. Venga, vale, juego.

Llego a Barajas a las 8.45 y, estando como estamos sumidos en el más profundo noviembre, aún es de noche. Casi agradezco que haga un frío que desgarra dado que ayer, haciendo un tremendo esfuerzo por mi parte, me bebí un poquito de cada uno de los bares que hay en Madrid. Conforme a cómo siento la lengua, es más que probable que a última hora decidiese pegarle un par de lametones a las suelas de mis propios zapatos.

Al llegar al avión todo va conforme a lo previsto: encantadoras azafatas y yo nos sonreímos, nos damos los buenos días y nos cedemos el paso. Voy caminando hasta el que es mi asiento después de sortear todo tipo de ejemplares humanos que sé que me encontraré volviendo por la tarde. Sólo un grupúsculo de diez francesitas ñoñas fascinadas (descojonándose) por lo rupestre de nuestro arte aéreo me llaman algo la atención: olalá, yenesepás, regardés.

Después de aposentarme en mi ventana y cuando estoy a puntito de quedarme dormido siento cómo poco a poco en el avión se va quedando en silencio. Por el pasillo se acerca un elefante con corbata roja y traje gris: lo único que veo desde aquí es que porta una barba santaclausiana muy oscura que no logra disimular la inmensísima papada que tiene; también que su labio inferior debe de ser como un chuletón de buey. El tipo está lógicamente incómodo con las miradas, así que trata de avanzar lo más rápido que puede. Desplazando el generosote corpachón se viene hasta a mi lado, comprueba el número de asiento, me sonríe, me da los buenos días, y me pregunta si no prefiero el pasillo. Yo, educadito, le respondo que no, que a no ser que él prefiera ventana, estoy bien. Él me vuelve a sonreír y se sienta. El tamaño de su brazo izquierdo es como mi torso entero y, no porque él quiera sino por el barrigón que calza, lo está apoyando sobre mí. Ay. Cuando logramos adaptarnos el uno al otro, después de sonrisas comprometidas, demasiados conperdones y de algún que otro por favor, trato de conciliar el sueño.


Al poco, una vez que nos han repartido nuestros respectivos cafés&pequeñoperosabrosobollo, el monstruo se tensa un poco y, un instante después, siento una vibración extraña bajo mis posaderas. No puede ser. No, no y no. ¿Será posible? Tengo la sensación de que mi compadre acaba de dejar escapar de su orondo cuerpo un copioso y comprimido gas. Pero no puede ser cierto, me digo. Nah. Será mi monumental resaca en combinación con un avión de hélice (que obviamente vibra)... pero a los pocos segundos vuelvo a sentir un temblor muy parecido. Sí. Efectivamente. Éste tío se acaba de cuajar un pedo sordo más que considerable (yo le daba un 8,5, creo que hasta ha resoplado satisfecho), y yo aquí estoy, disfrutándolo solito. Transcurridos breves instantes de la segunda flatulencia, vuelve a moverse un poco y me regala un nuevo efluvio. Dios. No puede ser: estoy atrapado en un avión con un hipopótamo inflado y no puedo salir de aquí. El hombre, haciendo visibles esfuerzos, se coloca en su asiento, me mira, me sonríe y vuelve pasa una página del periódico que ojea. Cuando creo que ya está, que ya se ha quedado tranquilo (vacío), siento otro cuajo saliendo de su enorme (imagino orto). Dios mío. Se va a morir, estoy seguro. Al quinto pedo me dice solícito: -"Es que estoy enfermo, el médico me recomienda que no acumule gases. No tengo otra opción"-.

Él no tenía otra opción, y yo tampoco: el vuelo estaba repleto y hube de zamparme su padecimiento hasta que aterrizamos. A las 18.30, cuando me dirigía hacia el avión que me llevaría de vuelta a Madrid, volvimos a encontrarnos. El tipo me sonrió y me comentó que sus gestiones habían salido espléndidamente bien y me preguntó que qué tal todo (qué confianza le da a uno el rajarse en compañía de otro ser, ¿eh?). Le respondí que bien, que estaba como loco por llegar a Madrid para pegarme una ducha... Desde mi alejado asiento me encantó comprobar cómo, muy aparatosamente, el pobre enfermo se sentaba entre el grupo de francesitas ñoñas fascinadas.

( )


Las historias con paréntesis (me refiero a los signos de puntuación (¿por qué se llamarán estos "de puntuación" si tampoco tienen puntos (que sí que tiene, por ejemplo, el signo de admiración (creo que ahora se llaman de exclamación, dado que para admirar no debería hacer falta un signo (puede ser que el nombre viniera de la antigüedad, cualquier verso en el que se admiraba llevaba ese símbolo (¡oh, mi amada!), pero ya se sabe que las cosas evolucionan, y no siempre en una dirección mejor, obsérvese por ejemplo la política) y con el propio valor de las palabras debería ser suficiente) o el de interrogación, o el punto y coma o, en fin, una larga lista de etcéteras) como los corchetes, la propia coma o una simple raya?) no a los parénteris kitkatianos que tan de moda se han puesto, vaya) me hacen franca gracia porque todo paréntesis esconde un trocito más íntimo de quien lo escribe.

Buen fin de semana. Sean malos (o un poco pillos, venga).

Otra cosa mía en la UVI.

Introducción:
19 de octubre de 2005. 23.10 de la noche. Acabamos de salir de la segunda (e hilarante) reunión de nuestra (oh, incoherente pero afable) comunidad de vecinos. Estoy llevando a Mer a su casa. Voy por María de Molina y acabo de cruzar Príncipe de Vergara. Fantástico. Sufrimos ambos de un hambre atroz y de un frío pedestre considerable. Madrid está atascado, claro.

Cuerpo:
El taxista que va delante de mí debe de estar revisándose aquella operación de fimosis a la que le sometieron a los doce años: circula extremadamente lento y desde aquí puedo ver que no mira a la carretera. Yo, intrépido, sagaz y, sobre todo, muy cívico, decido poner el intermitente con el fin de adelantarle. Cuando por fin el hueco ad-hoc se abre ante mí, inicio la maniobra correspondiente. A medio camino él, que debe de estar ya cansadito de revisarse el pijo, decide que es el mejor momento para incorporarse a la circulación. Tan agustito, el campeón dobla el volante hacia mí. Al embestirme, el retrovisor del acompañante se descojona y yo, creyéndome muy hábil y convencido de lo que estoy haciendo, doy un mínimo volantazo en dirección contraria para evitar males mayores. Pero ay: resulta que un camión del tamaño de un camión "no me ha visto" (y cito literalmente al chavalote que llevaba el bicharraco en cuestión) por lo que, en el improbable caso de que no estuviera satisfecho con la gracia taxistil, el mencionado monstruo se desliza agradablemente por todo el lateral de mi coche rayándolo con un ahínco cuasi profesional, arrancando también la maneta de mi puerta, descojonando el retrovisor que aún quedaba vivo y, por fin, dejándome la dirección como un trapito acordeonable.
Todos nos paramos en la cuneta y ponemos las luces de emergencia. Yo estoy con el susto encima, preocupado por Mer, que me mira con unos ojos inmensos. Menos mal que íbamos a 20 por hora. Después de comprobar en un segundo que estamos bien, salgo del coche para hablar con sendos conductores. El del camión se baja acompañado de otros dos tronquitos bien alimentados. Yo llevo en la mano la póliza del coche y él se rasca la cabeza un poco nervioso. A medida que me voy acercando me doy cuenta de que algo falla. Ay, ¿qué es?. Coño. Pero será mamón: es el taxi que, como quien no quiere la cosa, está tomando las de Villadiego. Oye, Oyeeee!!! Nada, el tipo ha decidido que para marrones ya está el mundo, que cómo se va a liar él con cosas tan banales como un lechón. Mientras termino de acercarme hasta el camionero & Co. veo que Mer sale disparada hacia el siguiente cruce: el imbécil del taxista se ha parado en el siguiente semáforo, oportunidad que Mer aprovecha pertinentemente para tomar su matrícula y dejarlo marchar. Qué majo, el tío.

Desenlace:
Firmamos el parte muy agradablemente. El camionero apestaba a anís, pero no tenía yo el ánimo como para cagarme en sus dientes, así que me conformé con que pusiera que no me había visto. He dejado el coche en el taller ésta mañana: además del estropicio de la carrocería, el sistema electrónico y el cuadro de luces parecen un odiable árbol de Navidad). La sangre me debe de oler a hez negra: adoro a mi coche. Y no es porque sea el mejor (en absoluto), sino porque es mío. Y para mí lo mío es cojonudo.

En todo caso, ruego disculpen mi mal humor de hoy.

Avecrem humano

En cada planta de las oficinas en las que trabajo hay cuatro cuartos de baño, dos para cada sexo. Cada cuarto de baño está aprovisionado con dos cubículos que contienen su correspondiente taza o trono. Somos unos 76 en ésta planta. Pongamos que somos 38 hombres y 38 mujeres. En consecuencia, más o menos 19 tipos entramos en el mismo cuarto de baño y, por lo tanto, unos 10 miccionamos en la misma taza.

Hay un hijo de puta que NUNCA tira de la cadena. No hay nada que más desasosegante que entrar al baño y encontrarse con el caldo de ese mamón. Aún no sé quién es, pero lo averiguaré.
Hoy, a las 9.30 de la mañana. OTRA VEZ.

Y tirar de la cadena de nuestros cuartos de baño es bastante fácil. No entraña ningún riesgo para el ser humano. Es un maldito botón del tamaño de un puño que, para más INRI, es a lo único que puedes mirar si meas en posición vertical.

Agg... qué mala sangre.

Los Elementos



El Agua. Tres cuartas partes de nuestro planeta son agua. El agua es buena, Neptuno, agüita amarilla, Poseidón, 2 litros al día, El Diluvio, el bautizo, Escorpio... 185 euros. Síp. Dar de alta el agua (que un tipo llegue y le de a una manivela) cuesta 185 euritos. Olé, olé y olé.

La Luz. El cuarto día de la creación, Eddison, Watt, Marte, el cargador, thermomix, el dios Apolo... 129 euros. Efectivamente. Ah, señor, que tendremos que cambiar al tramo de 4.600 MW y pasar el limitador de 15 a 20 amperios, ¿le parece bien?... hum,eh... lo que usted diga, señorita. El operario se ha pasado ésta mañana, ha mirado el cuadro, le ha dado a un interruptor, se ha secado el sudor de la frente, me ha dado los buenos días y se ha marchado.

El Gas. La calefacción, la duchita, El Fuego Eterno en la Antigua Persia, el recurso limpio por excelencia. 180 euros. Así, tan agustito. "de golpe, en plan susto", que me dijo la encantadora señorita que atendió mi llamada.

En las tres gestiones el discurso fue bien parecido: Hola, hola, quién eres, pues soy tal. Ajá. Quiero dar de alta agua/luz/gas (ojito con equivocarse de orden). Bien. Dirección. NIF. Número de cuenta. Ya está. En breve se pasará un técnico. Perdón, ¿podría decirme el coste del alta? Síp: 185/129/180 Euros. ¿Ya está? Síp. Pues gracias. De nada. ¿No me podría mandar un beso, por lo menos?.

Sé que soy un afortunado pero habitar es un pastón, válgame el cielo.

10 Evidencias:

1- Miccionar después de un viaje de seis horas es un placer muy cercano al orgasmo.
2- El picor anal es uno de los estados más angustiosos que existen: si te pica el orto TIENES QUE RASCARTE. No hay otra solución posible.
3- Defecar (hablamos de unos 200 gr., mínimo) después de una noche de copas es un placer muy cercano al orgasmo.
4- Todo español medio es el perfecto entrenador de fútbol, el mejor taxista, el mejor meteorólogo y, con toda probabilidad, el mejor Ministro de Economía.
5- Los compañeros de trabajo alitósicos deberían morir, asfixiados con sus propios calcetines.
6- Que te guste Depeche Mode NO QUIERE DECIR que te tenga que gustar OBK. Odio a OBK. Visceralmente.
7- El Colirio Alfa debería estar subvencionado por la Seguridad Social. Manifestémonos.
8- Publicar un libro no implica saber escribir. Espero, algún día, demostrarlo publicando uno.
9- Los anuncios de Movistar son casi tan vomitivos como los de Pascual. Casi.
10- Cagarse en la puta es mucho más satisfactorio que cagarse en la leche. E incomparablemente mejor que cagarse en la mar.

Recemos por mi cámara

Queridos hermanos,

Nos hemos reunido hoy aquí para pedir por nuestra amiga y compañera, la Canon Ixus i5, que durante tantísimos buenos momentos me ha estado acompañando.

En éstas tristes horas de vigilia no puedo dejar de recordarla, apoyándome siempre con sus 5Mb de resolución efectiva, con su tímido pero eficaz disparo en ráfaga y, últimamente, con sus inolvidables secuencias de vídeo a 10 frames por segundo. A pesar de carecer de zoom óptico (el único zoom respetable), siempre fue como una hija para mí.



Hemos pasado mucho juntos, desde aquel día en el que le introduje una tarjeta de 256Mb y juntos retratamos a la retranqueada dependienta del Corte Inglés de Sol para comprobar sus virtudes (las de la cámara)... cómo me hinché de satisfacción, cuánto gozo, hermanos, con esa nitidez, con esa sutileza en los colores... Mi novia, a mi lado, que fue la grandísima hacedora del milagro que tenía entre las manos, sonreía viéndome encantado, henchida de gozo por ese regalo que acababa de hacerme.

Hoy debo ser fuerte. No puedo permitirme flaquear, tengo que confiar en el Altísimo Centro de Reparación de Canon y velar porque la garantía cubra la ignominia.

Porque sí, hermanos, aquí la tengo, de cuerpo presente, cerca de mi mano como siempre estuvo. Después de casi un año conmigo, recordémosla con todo el cariño y el respeto que se merece:

- Por la medición ponderada, te rogamos oyenos,
- Por los 5 modos de balance de blancos (incluyendo el manual), te rogamos oyenos.
- Por su macro de 3 centímetros, te rogamos oyenos.
- Y finalmente, por su pequeña pero entrañable pantalla LCD, para que vuelva a funcionar pronto y alguien me explique qué coño le ha pasado para que sin previo aviso (y me cago en todo lo que se menea) se haya ido al carajo, te rogamos oyenos.

humor negro


se me ocurrió ayer en el autobus. lo he dibujado deprisa y corriendo (tampoco hubiera quedado mucho mejor de haber tenido algo de tiempo).

iquea 2

Somos propietarios de un contrato que asegura que en un mes nos colocarán una cocina en casa!! Alabados sean Dios y los fraccionamientos de pagos en doce meses sin intereses!!

En la financiera les ha bastado con una fotocopia compulsada de mi padre y unas gotas de mi sangre, y finalmente me han dado la tarjeta adhoc.

Lo cierto es que Iquea está bien, qué le vamos a hacer.

Acompaño con una fotillo curiosa de un letrero (y su comentario) que me he encontrado en un pasillo que va hacia los baños de la cafetería.


iquea



13.40 bien, bien. vamos a encargar la cocina, definitivamente. ay, qué ilusión; ay qué bien. tráfico. mierda de plaza de castilla, queso gruyer. 13.50 incorporación m-30, jodida incorporación. autobuses verdes. putos y más putos. 14.05 carretera de burgos. nacional uno. más tráfico. para cuándo los coches que vuelan. para cuándo un helicóptero (o en su defecto ametralladora para acojonar al personal). quiero una sirena (con su correspondiente luz azul parpadeante) para plantarla en el techo del coche, poner cara de mala hostia y hacerme el poli malo...

(acotación; ayer quedé fascinado: saliendo de mal comer en la cafetería de los suecosmontamuebles, me encontré de bruces con la clásica madre rubia platino, camiseta ajustada, pantalones violantes, tacones queyaquisieraelfari, colgajos plastificados de mil tamaños y colores, gafas de sol diademeras y etcétera, que agarraba a su chillante -jodidamente gritante- niño y le espetaba que callase -escupiese o matase-. hasta ahí todo normal: berrinche espantoso y agudísimo del zagal, madre encabronada y colega de la madre que, escéptica y orgullosa de su diu, se recrea con el espectáculo que está montando el pequeño joputa. en pleno jaleo, la madre señala a un guardia de seguridad (que estaba tan agustito, viendo pasar minutos y segundos y muchachas de buen ver) y le grita al niño amenazante: -"ojito que llamo al picoleto"-. impresionante. debería de haberme quedado allí a comprobar la respuesta del ser humanito, pero no tenía palomitas -ni kikos, adorables kikos- y, como seguidamente contaré, estaba ya con cierta prisa. en cualquier caso, qué didáctico, ¿eh?)

...14.25 llegamos a iquea y aparcamos mal. entramos en la macrotienda con la intención de llegarnos hasta la zona de las cocinas rápidamente. imposible. hay que seguir la línea amarilla (mago de coz). 14.30 llegamos a nuncajamás y, oh fausto, esperamos media horita hasta que nos atienden. 15.00 los suecos ya son españoles: empezamos a hablar con la amabilísima attendance sobre el presupuesto, los planos y el proyecto que ya teníamos. hay que cambiar dos cosas, nada más. qué amable es la señorita. esther. síp, un encanto. a los cinco minutos aparece silvia, que no sabe cuándo llega iván y que ella tiene que comer. a esther le parece fatal que iván llegue tarde y comentan lo malo que es iván. a los dos minutos aparece silvia de nuevo preguntando a esther que cuándo llega el pedido de los aargnann (o algo) que un cliente está esperando. esther cierra el programa de proyectos y abre el de pedidos. después de diez minutos silvia puede decirle a su cliente que los aargnann (o algo) llegarán en veinte días. 15.30 claudia, que aparece encendida y muy enfadada, le pregunta a esther que dónde está iván, a lo que esther le responde que hable con silvia, que está indignada. claro, con tal indignación (tamaño descaro de iván) qué menos que comentarlo entre las tres durante otros diez minutos. 15.45 cuando acabamos de conseguir cambiar los modelos de horno y microondas, esther recuerda que tiene una llamada pendiente. nosotros, que somos gente de bien, entendemos las prisas de esther, que una llamada es una llamada. 15.55 estando ya de vuelta nuestra adorable dependienta, retomamos el asunto del lavavajillas. claro, como esther trabaja únicamente en la sección de cocinas (para asombro de silvia, que acaba de llegar cagándose en la leche y sobre las mamás de los de los salones, que salen a las 14.30) no sabe cómo se integran susodichos electrodomésticos. esther llama a silvia, silvia a claudia y al rato aparece carlos, el puto amo de los lavavajillas. 16.05 o se integra o se compra en otro establecimiento. a tomar por el saco el lavavajillas integrado. cuando parece que estamos terminando, hablamos de la financiación. tarjeta iquea. no la tengo, ¡oh!. hay que hacérsela. 16.10 corro a la financiera y allí me sacan un dedo (delicada y amablemente, eso sí) porque no tengo una factura en donde aparezcan mi nombre y el número de cuenta. vuelvo a la sección cocinas, en donde esther está echándole una bronca considerable a iván, que acaba de llegar y pide mil perdones. esther imprime ni sé cuantísimas copias de la futura factura (agg...) y me emplaza para hoy. 16.25 armados con un par de sandwiches (después de la aventura de la madre castigadora) nos volvemos a madrid.

estimados lectores... en dos horas salgo para iquea. les mantendré informados.

sinclair, el reportero más dicharachero de barriosésuamo.

yo


El nene cazado en instantánea cuando instantaneaba.

Eclipse


Un momento de oscuridad. De silencio. Un agujero en la luz que no deja pasar más que una sombra de ésta. La cópula entre los astros. Me encanta...

La foto que adjunto es la menos cutre que he podido hacer. Obsérvese que en la redundancia del cristal se ve "algo" mejor el famoso halo.